Auga e sangue

sangre_homeMarina Losada Vicente. – Avoa, se non tiñas braga, como facías cando estaban de regra?

– Un trapo amarrado á sintura cunha sinta, outra non había. Se manchabas a roupa xa se lavaría, non tiñamos tanta malisia como aghora. Sentabas e quedaba o regho de sanghe na pedra, pois quedaba, que importansia tiña!

– E porque dis que non me podo bañar cando estou manchando?

– Porque a augha pegha mal co sanghe, sobre todo a augha fría. Túa tía quedou coa cara torta por moito menos que un baño.

– Pero eu vexo vir a mamá mollada da marea, aínda coa regra, e ti non a reprendes?

– Que terá que ver o traballo co resto! Non deixarás de facer preghuntas?

5 comentarios en “Auga e sangue

  1. Cierto Marina: Recuerdo en mi adolescencia a unos amigos que estando con nosotras en la playa, cogieron en volandas a una amiga y la llevaron hacia la orilla, para zambullirla en el a gua. ¿Sabes cómo logró desasirse de ellos…? Por favor!, que tengo la REGLA.- Y en mayúsculas para que se notase más.- Al oír aquello, la depositaron en la arena.

    Te dejo, esperando leerte pronto.

  2. Bo dia: Moito temos falado entre nosoutras, en voz baixa, e pouco que escribimos destas realidades, penso que por non molestar. Un coñecido meu, que soportaba sen máis a publicidade do papel hixiénico, puxo o grito no ceo cando apareceron as compresas¡ A min o problema máis grande antes dos tampòns foi poder bañarme na praia estando de regra. Pero conseguin solucionalo. Daquela os amigos, de darse conta de que non te bañabas, collíanche entre dous para tirarte a auga e facerche confesar de camiño
    Bicos Naty.

  3. Apreciada Marina. A mi abuela, nunca le había preguntado sobre el tema, ya que en aquel entonces eso estaba rodeado de ciertos tabúes. Más tarde cuando me “apareció” la mía- que por cierto aún no había compresas-, comprendí que las madres y abuelas, debieron pasarlo muy mal por la carencia de medios en aquél entonces.- Recuerdo también, que hacíamos juegos “malabares” para disimularlo ante los chicos.- Aunque algunos tenían hermanas y sabían, mas o menos, de lo que iba la cosa, pero aún así… Más tarde llegaron las compresas además de otros productos, y todo quedó mas simplificado-. Pero no para las que teníamos unos desarreglos que… Ni la fuente Mágica de Montjuic.- Iba a decir la Fuente de Trevi pero que no me atreví, porque todos conocemos, y no es broma, lo que está pasando por ciertos países, incluida España, con el problema del “coronavirus”.

    Y ahora viene la parte de lo que una tenía que ponerse cuando aparecía el goteo.- Imagínate una toalla: sí, una toalla de esas un tanto ajadas por el uso.- Por eso todos los domingos y fiestas de guardar, allí me tenías en casa preparando la “susodicha” con imperdibles de un extremo a otro de la braga, para que no se me cayese (la compresa casera) en medio del pasillo de la iglesia. ¡Qué bochorno! Y con la particularidad de que, por aquel entonces, había más fieles en el templo que ahora.
    Como siempre disfrutando de tus narrativas.
    Un abrazo.

  4. Bo dia. “Pañitos”. Así é como lle chamabamos na miña época. Parecidos a toallas de bidé. Panos hixiénicos. Xa contaras esa historia de túa aboa, si, máis segue facéndome rir. Bicos, Magdalena

  5. Querida Marina:
    Hoy te he leído tarde porque como dice nuestra Mari Carmen, aquí en Palmeira socializamos más en los tanatorios que en las fiestas; y yo acabo de llegar de relacionarme y ofrecer mi condolencia a una familia del pueblo.
    Ahora, yendo con tu realista entrada, te contaré que, ( no sé si ya lo comenté en otra ocasión ) mi abuela trabajó muchos años con los dueños de la preciosa “torre das xunqueiras” desde los doce años de edad. Un día que se estaba cambiando “el paño” – así le llamaba ella cuando me lo contaba – el perro de la casa, que solía andar siempre a su lado, se lo llevó en la boca para el salón donde estaban tomando el té los Gasset Neira. Mi abuela Encarnación, ni corta ni perezosa, se adentró en el salón, le sacó de la boca el citado y colorido pañito y hablando con el perro le dijo: “Como te gusta jugar con el trapo donde estaba envuelta la carne”. Y sacándoselo de la boca, se fue directamente al pilón del lavadero, para poder darle nuevamente uso al día siguiente, mientras los señores de la torre mandaban retirar el té rojo que les hacía recordar a lo que Encarna llevaba en sus manos.
    Un besazo, Marina.
    Un placer como siempre.

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