Os auditorios do inglés

botellaAntón Riveiro Coello. Vaia por diante que gusto das linguas, pero non comparto a obsesión dalgúns políticos por aparentar que saben inglés. Non sabería dicir se se debe á ousadía, á falta de pudor ou a un complexo de inferioridade. Así, nos últimos tempos acudimos, abraiados, a momentos ridículos duns dirixentes que meten a zoca ao non saber distinguir o seu auditorio. Queda para a historia paródica do despropósito tanto o discurso de Ana Botella na presentación da candidatura de Madrid aos Xogos Olímpicos 2020, como o acento texano de Aznar tras reunirse con Bush, ou o “It´s very difficult todo esto” que lle espetou Rajoy a David Cameron en Bruxelas. Agora súmase ao grupo dos destemidos o ex presidente Zapatero, que levou nada menos que á prestixiosa universidade de Oxford o seu inglés eivado, no máis puro estilo macarrónico do desaparecido Jesús Gil. Xa Franco, nun intento por finxir que estaba a se relacionar con outros países para sacar a España do seu illamento internacional, leu na televisión un discurso en inglés que se podería engadir a esta grotesca familia de atrevidos. zapateroCon todo, este caso garda unha diferenza notable cos anteriores, e é que, nesa altura, o speech do ditador ía dirixido a unha poboación que descoñecía o inglés. Agora, quen máis quen menos, sabe algo do idioma e sente vergoña allea, non porque os políticos o usen, senón porque o fagan en ámbitos que, de primeiras, deberían esixir outro nivel. Nestes tempos, os dirixentes xa non teñen a sorte que, de mozos, tiñamos algúns, cando nas vilas só se estudaba francés. Daquela, no noso grupo de rock, por exemplo, podiamos cantar os temas nun inglés inventado e o auditorio non parecía decatarse da impostura, ou si, quen o sabe.

2 comentarios en “Os auditorios do inglés

  1. Querido Antón:
    No sé que decir a tu comentario sobre el inglés porque yo, como puedes imaginarte no lo hablo. Por tanto no puedo opinar sobre los casos a los que te refieres, pero, vayamos por partes, como decía Jack el Destripador. Aunque yo no pueda dar mi opinión, si todos esos verbicidios anglosajones, han sido motivo de comentarios en contra de los mal parlantes, es porque han metido la pata en la tarta. Ahora estoy recordando aquella canción de Mecano ” Tú me dijistes, tú me contestastes…” Ya sé que no tiene nada que ver con el idioma inglés pero también es digno de mención porque eso no lo decían en la intimidad como el catalán del ex presidente, pero a lo hecho, pecho, ” tartea jacta est”.
    Hoy como estoy con la vena del garrapateo no quiero dejar de pediros que disculpéis también todas mis incoherencias sintácticas que son muchas.
    ¡¡ Ah !! me ha encantado eso de ” os grupos dos destemidos ” o ” o seu inglés eivado ” en fin, que me alegro muchísimo de que te prodigues más por estos lares ya que siempre es un placer leerte Antón.
    Besiños palmeiráns

  2. Qué lle imos facer Antón?
    A vaidade sen corda, leva ós representantes da Marca España, a máis fiel imaxe da cultura política nacional; pero o malo, é que non se cortan un pelo e seguen pavonándose das súas fazañas.
    ¿Qué tal lo hice?
    ¡Ay, lo hiciste muy bien hija!

    Por si alguén no coñecía esta reflexión de Borges sobre a mediocridade española, pásovola.

    El triunfo de los mediocres
    Antonio Fraguas de Pablos (Forges)

    Quienes me conocen saben de mis credos e idearios. Por encima de éstos, creo que ha llegado la hora de ser sincero. Es, de todo punto, necesario hacer un profundo y sincero ejercicio de autocrítica, tomando, sin que sirva de precedente, la seriedad por bandera.
    Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.
    Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes, con una huelga general, o echándonos a la calle para protestar los unos contra los otros.
    Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.
    Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.
    Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por completo, si es que la hay. Tan solo porque son de los nuestros.
    Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.

    – Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.
    – Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un solo presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
    – Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir, incluso, a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
    – Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
    – Mediocre es un país que tiene dos universidades entre las 10 más antiguas de Europa, pero, sin embargo, no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.
    – Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
    – Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente – y la singularidad sancionada.
    – Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran dirigentes políticos que, en un 48 % de los casos, jamás ejercieron sus respectivas profesiones, pero que encontraron en la Política el más relevante modo de vida.
    – Es Mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
    – Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
    – Es Mediocre un país, a qué negarlo, que, para lucir sin complejos su enseña nacional, necesita la motivación de algún éxito deportivo.

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