Sábado luminoso

vella2Gonzalo Trasbach. Trala chuvia e o vento: luminosa mañá de sábado. Camiñas cara ás aforas. Onde a estrada que baixa da montaña morre no val do Coroño, na aldea de Runs, unha anciá, coroada cun sombreiro de palla e acompañada dun can, atravesa moi devagar a calzada. Busca refuxio na sombra. É mediodía, a hora sen sombra, segundo Borges. Un cacho máis adiante, un home fende leña. Coma un indefinido rumor, o inverno brilla no presente. O lamento do merlo entre as matogueiras anuncia que o verán se desliza no outono con paso de pomba. Ao lonxe: soan foguetes que sementan estelas de fume nun ceo cegador. Escóitanse gaitas e tambores entre as casas das aldeas. Hai festa no campo do Ordenario. Centeo, trigo e avea agardan deitados sobre unha lona negra a chegada dos malladores, entre fume, olor a polbo e churrasco, mentres os máis pequenos se divirten alegremente.

Espectros. Resistentes testemuñas dun antiquísimo ritual agrícola. Lembrar. É importante recordar aínda que sexa de xeito espectral. O fío do recordo mantivo viva a esperanza nos nosos desterros, nas travesías que nos parecían interminables. O tempo que se foi, agóchao a memoria coma un tesouro. Abres o cofre: o avó sentado fronte ao corazón da fogueira. foto milloO teu tío relatando historias de mortos, mortos que regresaban para facer o seu viacrucis nocturno polas encrucilladas da aldea, ou para axitar as lembranzas dos vastos albores que tiñan vivido. Mortos que fan magníficos e patéticos aos seus interlocutores os vivos.

A unha marxe do camiño: alto millo floreado. Ao outro: un home de idade cun pito entre os beizos recolle patacas nunha leira. Serpea case sen alento por entre os prados. Ao borde do río non quedan sobras dos estragos que normalmente causan as crecidas. Pero si ramas caídas, que falan do nordeste que pasou hai uns días. A fraca corrente arrastra follas amarelas entre cantos rodados cubertos de musgo. Paras. Descansas sentado sobre a herba, recostado contra a rugosa pel dun ameneiro. Déixaste ir e soñas. Soñas cos soños sementados de escombros: Argos, can de Ulises. Se algunha vez fuches Homero, é que axiña serás Ninguén, coma Ulises: cinza.

6 comentarios en “Sábado luminoso

  1. Querido Gonzalo: dices que has intentado mezclar lo sensible, con el pensamiento, pero que no sabes si lo has logrado. Te aseguro que sí, lo has logrado a la perfección, aunque en lo relativo a la ironía, yo creo que un escritor puede y debe tocar todos los palos. Nunca, desde luego burlándose de nadie ( aunque Quevedo a veces lo hacía ) pero la ironía a mí en particular me parece interesante porque siempre se puede contestar con otra carga de la misma.
    Un besiño, querido amigo, espero tu próximo artículo con afán.

    1. Tienes razón. Todos los recursos son legítimos. Pero hablo de virtud. En muchas ocasiones, hacer de la carencia una virtud, no debe estar nada mal, sino todo lo contrario. Pero cuando esa virtud se convierte en tópica, ¿de qué sirve? Quevedo es un clásico que ha usado y en numerosas ocasiones abusado de tales recursos, por eso pecó y probablemente pagó con más exceso de lo debido. Pero acaso ¿no fue eso lo que lo dejó en un escalón menor de la literatura española? No lo sé. Pero si te digo, he seguido a un buen número de escritores y columnistas de aquí y de allá que me han acabado hastiando porque su ironía y sarcasmo no eran lo mismo según a quien estuviése dirigida. Y finalmente me acababan “fartando”. Estou lendo un libro onde se nota que a escritura é unha necesidade, unha paixón, vital ineludible. Eu non teño iso, polo tanto non teño a necesidade de ser escritor. Sin embargo, descubro que los hay sin tener tal necesidad. Gracias e bicos.

  2. Recuerdo con bastante lucidez algunos de los paisajes que describes tan bellamente: los lugares y acontecimientos agradables que viviste en la adolescencia y primera juventud no se borran fácilmente de la memoria: la romería de san Ramón (uno de mis más bonitos recuerdos de juventud si lograse erradicar de mi mente la imagen de algunas inhumanas atracciones), una boda en Runs, las largas caminatas desde El Saltiño hasta Cabo de Cruz, las fiestas de la Magdalena en medio de la carretera, los primeros amores ni siquiera iniciados… Sí. Tu bellísima descripción del paisaje, personas y costumbres de esa parte de Galicia tan querida despertó en mí un cúmulo de nostálgicos recuerdos: “O tempo que se foi, agóchao a memoria coma un tesouro.” Muchos años después estuve en Boiro sin salir del casco urbano, en la zona de bares y tiendas. Ya nada era igual.
    Yo también he leído dos veces tu delicioso artículo: primero con Peer Gynt como fondo musical. Después sin música, para saborearlo mejor.
    Sigue escribiendo tan bonito.
    Gracias.

    1. Gracias Carmen por tus elogiosos comentarios. Lo intentaré, siempre lo intento, aunque después siento como si me arrepintiera de hacerlo. Cousas que le pasan a uno.

  3. Gracias, como siempre querida Magdalena. Me gustan tus elogios, comómo no? Pero, siempre hay un pero. Jamás soñé con ser escritor. No tengo ironía ni sarcamo para eso. De ahí que nunca pasara de ser un cronista de aldea. Hay quien dice que tengo mala leche. Tengo, sí, mal pronto. Pero en general odio la ironia y el sarcasmo convertidos en virtud oral o escrita. Odio a todo lo que se divierte a cuenta de los demás. Recuerdo siempre a Pessoa llorando cuando alguien está (“rexobando?”) riéndose a cuenta de los vecinos, del prójimo. Nunca pude con esto. Aunque yo también meto la pata, cómo no iba a ser así. Digo todo este bla bla bla para esxplicar que cada vez que hago un texto y luego lo veo publicado, siento una especie de vergüenza extraña. Es como si no me reconociera en ellos, no en todos. En este caso, no ha sido así, porque intento relatar una caminata en la que se mezcla lo sensible y el pensamiento. Pero no estoy seguro de haber logrado lo que me proponía. Apertas.

  4. Queridísimo Gonzalo: A pesar de que hoy es un día un poquito trabajoso para mí, debo, y quiero, hacer un alto en el camino de las tareas culinarias. Vine como cada mañana a tomar ese sorbo de café que me da energía, al Café Barbantia, y me he encontrado con tu bellísimo artículo. Te diré que hace poco lo leí en La Voz de Galicia y me impresionó. Hoy al leerlo en gallego creo que todavía me ha gustado más, si cabe.
    Eres muy bueno escribiendo, Gonzalo. Tienes ese punto lírico que emociona y aprisiona la garganta a medida que vas leyendo.
    Bueno, como sé que no te gustan demasiado las alabanzas ya no quiero proseguir, solo decirte que sigas soñando, pero no con simiente de escombro, y con mucho más que ceniza. Con el presente.
    Que éste y el futuro, te sean siempre muy fructíferos.
    Un biquiño.

Deixa unha resposta

O teu enderezo electrónico non se publicará Os campos obrigatorios están marcados con *