O evanxeo da prosperidade

BE13C7F1_1Francisco Ant. Vidal Blanco. Non debería estrañarnos que na era da economía liberal e no país da mesma, a relixión se adapte ás circunstancias, asociando fe e pasta coas crenzas máis profundas da sociedade, como non debe de estrañarnos que o evanxeo proclame o desexo de que Deus quere o mellor para os seus adeptos, ou que a mensaxe que o cristianismo vén dando desde que naceu, coa famosa frase do camelo e a agulla se troque agora, cando quen máis e quen menos ten unha conta corrente e aspira a gastar o salario nas rebaixas, dicindo que entre os bos desexos da divindade está sempre o de fornecer de bens económicos ós seus devotos.

Con tal mensaxe, o chamado evanxeo ou teoloxía da prosperidade crea adeptos e adictos, e por iso Donald Trump, quen sempre foi home de pedir nas súas oracións os pasteis seus de cada día, escolleu como asesora á máxima representante desta tendencia relixiosa, a Paula White, unha telepredicadora evanxelista que lle axudou a elaborar o seu discurso para gañar o voto das comunidades cristiás, aínda que moitos dos seus colegas a tachan de charlatana, falsa mestra ou herética, por negar a Trindade. Non importa, ela, que agrupa fronte ás televisións a milleiros de persoas e asegura ter tido unha infancia terrible, con malos tratos, violacións e ata tres matrimonios, se fose católica, apostólica e romana iría para santa, porque, segundo afirma, tras descubrir os valores da fe ós 18 anos, Deus mesmo se lle presentou para pedirlle que predicase o seu evanxeo. Dedicouse entón a estudar a Biblia, e a pesares de que nunca se graduou en asuntos de teoloxía si foi ordenada e nomeada líder da igrexa evanxélica. E a comunidade negra chegou a dicir dela que era unha branca que predicaba como un negro.

ProsperityPaula White é famosa pola súa peculiar visión da fe, segundo a cal, unha vida cristiá non só nos recompensa coa vida eterna no ceo, senón tamén coa posesión de riquezas na terra, e por iso afirmou nun dos seus programas: Calquera que che diga que debes negarte a ti mesmo, é un enviado do demoño.

Ela é quen dirixe as oracións do presidente Trump, e aínda sen ter un posto oficial na Casa Branca, xoga o papel de guía espiritual de toda a familia, defendendo desde o seu púlpito televisivo a actuación do presidente con frases tan rotundas como que «quen o critica está contra Deus, porque é Deus quen coloca ás persoas nos lugares de autoridade». E cando alguén lle recrimina que meta a Deus nas vulgaridades humanas, asegura sen rubor: «É o señor quen me dita o que hei de dicir na televisión», e aínda asegura que sendo Deus quen glorifica a un rei, cando loitas contra un plan divino estás loitando contra a man de Deus.

 

 

2 comentarios en “O evanxeo da prosperidade

  1. Querido Francisco:
    Creo que el mayor privilegio del que puede gozar una persona es la libertad y, a la vez, el más tremebundo. A mí me educaron en la religión católica. Si hubiese nacido en otro lugar del planeta lo mismo sería evangélica, mahometana, judía, budista o vete tú a saber… En aquel momento no me dieron opción a elegir. Pero hoy nadie me impide hacer de mi capa un sayo y menos si se trata de una cuestión de conciencia.
    Leído el primer párrafo de tu artículo, estoy contigo en criticar ese afán que tienen muchos líderes religiosos en amasar fortuna y poder. Yo tampoco admito que la religión tenga que ir cogida de la mano de intereses económicos de los que, las más de las veces, desconoces su destino.
    No estoy muy ducha en cuestiones políticas y menos de otros países, pero por lo que cuentas de la tal Paula Wite, me cae como un retortijón esa señora. Y, encima, es de las que se queda con el santo y con la limosna. O sea: pasárselo a lo grande en esta vida y en la otra…, por el estilo. (Suponiendo que se crea todo lo que predica). Lo de “directora espiritual” de Trump, me parece una solemne majadería destinada a dar una imagen para mí esperpéntica.
    En mi opinión el pasárselo bien en esta vida -siempre dentro de un orden y procurando alegrarle la vida a los demás- no debería estar reñido con la práctica de ninguna religión. Porque soy de las que creen que el hombre es religioso por naturaleza, pero esa religiosidad ha de brotar de tu interior, sin imposiciones.
    Me estoy extendiendo demasiado, pero se me acaban de ocurrir un par de anécdotas que pueden encajar muy bien en el comentario a tu artículo:
    Hace ya bastantes años, solicité en mi parroquia un sacerdote que le trajese la comunión a casa a mi madre. Siempre venía el propio párroco un día por semana. A pesar de que su visita se redujo a darnos la comunión a mi madre y a mí -acompañada de una brevísima oración-, al marcharse le di 50€ al tiempo que le decía: “No es mucho pero…” No me dejó acabar la frase: “Lo poquito hace lo muchito”, respondió lacónicamente al tiempo que metía el dinero en el bolsillo. La respuesta me dejó descolocada.
    Pasado un tiempo mi madre me dijo que le gustaría cantar el “Alma de Cristo” después de comulgar. Le sugerí que se lo pidiese al cura. “Otro día. Otro día” -le respondió.
    Al día siguiente llamé a la parroquia para prescindir del servicio domiciliario porque nos “marchábamos de vacaciones”.
    Ahora la contrapartida:
    Días después pedí en otra iglesia cercana los servicios de un nuevo sacerdote. El cura que traía la comunión era una persona encantadora. Escuchó pacientemente que mi madre le cantase el “Alma de Cristo” y más. Al ir a entregarle el mismo óbolo que al sacerdote anterior, me dijo tajante: “¡Nooo!, hija. No tienes que darme nada. Es mi obligación. Para esto me hice cura.
    Ante tan rotunda negación, le insinué que tal vez él, como sacerdote, conocía algún caso al que no le viniese mal una ayudita… “Si lo consideras desde ese punto de vista y puedes hacerlo…”, me dijo. (En esta ocasión desprenderme de los 50€ me produjo enorme satisfacción. Y conste que en esta iglesia no aportaba más limosna que la del cepillo dominical y no una asignación mensual, como vengo haciendo en mi parroquia desde tiempo inmemorial.)
    Un último caso:
    En mi época de estudiante conocí en Santiago a un curita que llevaba siempre la sotana descolorida. Luego me enteré que no disponía de otra porque el sueldo que percibía, malamente le llegaba para tapar agujeros de gente necesitada.
    Como ves, de todo se encuentra en la viña del Señor.
    Boas noites.

  2. Querido Francisco: al leerte me acordé del Evangelio de san Lucas hablando de la Oveja perdida.- Era un hombre que tenía 100 ovejas y se dio cuenta de que le faltaba una, dejó a las 99 y fue a buscar a la descarriada. Esos buenos deseos de la divinidad de favorecer los bienes económicos, en esta parábola me parece que no son tales. Ahí quiso beneficiar a la extraviada dejando a las demás. Esa es la que en estos momentos me vino al pensamiento pero, hay muchas.
    Sobre lo de la telepredicadora evangelista, eso ya es harina de otro costal.-” El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija” y yo añadiría “tal para cual, maragota e media”.
    Hay un dicho que dice :- “El silencio es oro” en el caso de la telepredicadora la verborrea es un sobre cargado de poder.
    Besiños desde Palmeira, Francisco.

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